sábado, 27 de octubre de 2012

DOS AÑOS ATRÁS


El 27 de octubre de 2010 estaba en España, camino a Suiza. Había organizado una semana de vacaciones en Barcelona, antes de internarme durante veinte días en larguísimas sesiones de trabajo en la Asociación para la Prevención de la Tortura (APT), que tiene su sede en Ginebra. Desde abril de ese año trabajaba entonces como Directora Adjunta de la Oficina de APT para América Latina,y había propuesto redefinir mi lugar físico de trabajo. Quería dejar Panamá, y volver a Buenos Aires, o al menos, estar mucho más tiempo aquí.

El fin de semana nos iríamos a pasear por los Pirineos con Graciela y Roque. Un viajecito soñado: nunca, en los 22 años que llevábamos de amor, amistad, peleas, distanciamientos y reencuentros, habíamos hecho un viaje juntos. 

El miércoles se hacía el censo en Argentina. Lamentaba no estar, parahacer pasar al censista, que era la consigna que había crecido en facebook, para enfrentar la imbecilidad de quienes intentaban hacer fracasar el censo construyendo la visión de que los censistas eran petisos orejudos con una faca entre los dientes. 

Como no podía estar acá, disfrutaba del allá. Barcelona es una ciudad preciosa para vagar por ahí, caminar por arriba y por abajo, disfrutarla y descubrirla sin apuro y sin plan fijo. En eso andaba, esa mañana deliciosa de otoño catalán, hasta que me llegó un mensajito. "Murió Kircdhner", decía la ortografía apurada de Claudio.  Pagué rápido algo que estaba comprando, en estado de aturdimiento. Llamé, confirmé, y una vez confirmada la noticia, caminé llorando por esas calles que comenzaron a tornarse ajenas. 

Volví a casa de Graciela, y comencé a actuar para volver. Hablé con mi madre, desolada. Hablé con mi hijo, ahoraquévaapasar.  Me imaginaba 20 días en Suiza, mientras en mi país pasaría no sabía qué, y sentía que no lo iba a soportar. Hablé con la gente de APT, pedí permiso para volverme a la Argentina. Todavía, imagino, deben estar lamentando haber contratado a una argentina que dice ridiculeces tales como "quiero estar en la Plaza, con mi gente"... Me autorizaron. Pero en Aerolíneas me dijeron que no había posibilidad de cambiar mi pasaje, con fecha 18 de noviembre, por otro urgente. Yo quería volver ya, para estar efectivamente en la Plaza antes de que se llevaran a NK.No había posibilidad hasta que le pedí ayuda a mi amiga Vero, que es de esas personas que disfruta resolviéndole asuntos raros y difíciles a la gente que quiere. Y en decenas de mensajitos frenéticos, mientras almorzaba con Graciela en Casteldefells, me enteraba cómo Vero iba resolviendo. Así que, finalmente,  llegó el mensaje definitivo: encontramos un lugar, en el vuelo que salía el jueves 28 a la tarde. Entonces, armé todo corriendo, cancelé todo lo que quedaba pendiente, y me volví. Llegué el viernes 29 a la madrugada, con tiempo para estar en la Plaza, como quería, a las 7 de la mañana. Y ese día, mientras lloraba y cantaba y compartía una forma de dolor colectivo que me envolvía, decidí que me volvía para acá, que este era mi lugar.  De Pty (Panamá), a Buenos Aires, porque es donde me puedo reunir con miles a llorar a un tipo que ni siquiera había votado.


viernes, 25 de mayo de 2012

Festejando a la Patria

Este 25 de mayo, lo primero que quería, era comerme un buen locro. Hice una búsqueda feisbukera, y encontré dos locros nac y pop: uno en un Club de la Paternal, sobre Fragata Presidente Sarmiento, y otro en Boedo. Decidí probar cómo me iba en Paternal, y allí me quedé.




Me gustó el club, bien de barrio, con la canchita de fútbol a la entrada, un cartel que habla de lo importante que es que los pibes hagan deporte, y un locro delicioso, a 5 pé (vaso de vino decente incluído) Así que me lo comí, canté el himno con los dedos en V (al final, cuando juramos con gloria morir), y me fui. En el camino hacia el auto, compré 1 kilo de yerba Romance, un vino Trapiche y un chocolate Aguila en un chino (54) ; y: 1 pizarrón, 1 block de hojas de dibujo y tres portaretratos, en otro chino/ex todo por dos pesos (52).

Y me gustó pasar por el Cine Taricco, uno de los cines perdidos de la Ciudad, y que los vecinos de la Paternal están intentando recuperar. 

Después me fui para el centro. Dejé el auto en Corrientes y Achacuyo, y me fui caminando, recorriendo librerías. Compré libritos para Mauricio (26), uno de Federico Jeanmarie (20) para mí y/o para mi hijo, el de Beldi sobre el llamado motín de Sierra Chica (54), y otro que se llama Educación siberiana (50), también sobre criminales, cárceles, etc. Después fui al cine a ver "Una separación", una bella y triste película iraní (30), y a la salida me tomé un cortado con una medialuna y un juguito de naranja por 11 pé, para ver el segundo tiempo del Bilbao contra el Barsa, y lamentarme por el 3 a 0 a favor de los poderosos. Ya camino al auto de nuevo, ví unas remeritas que vendía una chica en la calle, ideales para Mauricio, pero no tenía más plata. La chica tendió sus remeras justo en la vereda del Banco Credicoop, así que entré, saqué 200 pé, y le di a ella 50, por dos remeras, una celeste y la otra verde, con motivos indígenas, y que dicen Argentina.

Yo creo que me conviene quedarme encerrada en casa, porque, lleve la guita que lleve, me la gasto. Pero en causas nobles, como libros, regalitos y bebidas espirituosas (mate y vino), así que está todo bien.




viernes, 4 de mayo de 2012

Sobre las emociones

Yo tenía un long play de todos colores. Creo que era de Alta Tensión, mi programa musical preferido. Mi hermano veía Música en Libertad, y como en casi todas la cosas, nuestras diferencias eran irreconciliables. Así que, sí, debía de ser el disco de Alta Tensión el de todos los colores, y cuya última canción decía "Y, peguele fuerte, dele con todo, que así se alcanza, la felicidaaaaaaaaaaaaad!!! Esa y otras canciones, las cantaba a los gritos, en el living de mi casa, frente a una ventana que hacía de espejo.

Muchos años después, en los 90, sufría como tantos el arrasamiento de las empresas públicas. Puteaba frente a la tele mirando a Neustadt; veía impotente como desmantelaban vías férreas; me preguntaba dónde estaba escrito que nosotros no podíamos hacer las cosas bien; iba a las marchas de Foetra sin ser telefónica...

Tuve auto por primera vez hace poco tiempo, en 2007. Aprendí (bueno, es un decir, dirán algunos malvados...) a manejar en 2008, y por consiguiente, a cargar nafta. Y siempre, o siempre que pude, elegí cargar en determinadas estaciones de servicio y no en otras. Más por nostalgia que por otra cosa.

El año pasado viajé varias veces a Neuquén. Camino a Chos Malal, donde nunca había estado, me emocionó pasar por algunas poblaciones que solo conocía por haber visto noticias, leído nombres, apoyado piquetes.

Ayer escuché y hoy leí a alguien citar a un tipo enorme, Raúl Scalabrini Ortiz: “Desalojemos de nuestra inteligencia la idea de la facilidad. No es tarea fácil la que hemos acometido. Pero es tarea ingrata. Luchar por un alto fin es el goce mayor que se ofrece a la perspectiva del hombre. Luchar es, en cierta manera, sinónimo de vivir. Se lucha con la gleba para extraer un puñado de trigo. Se lucha con el mar para transportar de un extremo a otro del planeta mercaderías y ansiedades. Se lucha con la pluma. Se lucha con la espada. El que no lucha, se estanca, como el agua. El que se estanca se pudre.”

También escuché y leí a algunas infradotadas integrantes de ese partido de empresarios imbéciles que es el PRO, que no está bien decidir algo por imperio de la emoción.

Yo creo, una vez más, que sin lucha y sin emoción, la vida no vale la pena. Nada, ni un poquito.





lunes, 2 de abril de 2012

AQUEL 2 DE ABRIL

El 2 de abril de 1982 no fui a la plaza. Me recuerdo en mi casa, vivía en HipólitoYrigoyen572piso11departamentoA, frente a la estación de Quilmes. Puse un cassette (perdón si leé esto algún sub20 y no entiende, pueden guglear el término "cassette" y alguna descripción e imagen encontrarán...) del Quinteto Tiempo, o de Quilapayún Cantaban "El pueblo unido jamás será vencido", un tema que hasta entonces había que escuchar muy bajito, pero que ya parecía permitido, porque esa misma consigna sonaba en Plaza de Mayo, frente a Galtieri. A esa misma plaza, tres días antes, no habíamos podido llegar, porque la cana nos lo impidió a palazo limpio. Subí el volumen del grabador, canté, y lloré.

Hoy, 30 años después, recorrí el Parque de la Memoria.

sábado, 31 de marzo de 2012

Un día perfecto

Asadito en La Florida con la familia, sol, risas, fotos compartidas, vinito del bueno, abrazos, pechito de cerdo y otras delicias. Después, vuelta en el auto escuchando el partido que viene complicado, y de pronto, en diez minutos, 1, 2, 3, gooooles de Ríver, subimos corriendo y los vemos por la tele,el tercero del Trezeguet, preciosura de gol, y listo por hoy.




http://www.clarin.com/deportes/River-Ferro_3_673762636.html

viernes, 30 de marzo de 2012

30 de marzo, 30 años atrás

En enero de 1982 viajé al Sur con mi amiga G. Mi madre recuerda todavía nuestra imagen, en la estación de tren de Constitución (en esa época todavía se podía viajar al sur en tren, en el glorioso Roca) ridículamente dobladas por el peso de nuestras mochilas. Llevábamos latas, champúes, acondicionadores, cremas, calentadores, bolsas de dormir, libros, cuadernos para escribir... y sobre todo, una carpa de lona verde, pesadísima, que me había prestado mi amigo G. Tomamos el tren, felices, y nos fuimos al Sur. Fue, para las dos, un viaje maravilloso. Nos peleamos, como siempre, a los gritos, y nos juramos no volver a dirigirnos la palabra, como casi siempre (aún hoy). Nos trajimos dos novios (uno cada una). Conocimos sitios preciosos. Ese 1982, que parecía anunciar algunos tímidos cambios, había empezado bien, luminoso. En febrero comencé el curso de ingreso para la carrera de Abogacía, en la entonces "Facultad de Derecho y Ciencias Sociales" de la UBA. Cursaba todos los días, durante dos meses, tres materias: Historia de la Cultura, Historias de las Instituciones e Introducción a la Filosofía. El 30 de marzo tenía parcial de Introducción a la Filosofía, el último de los tres que tenía que dar. Después, había que esperar el resultado, y mirar en las largas listas publicadas en la Facultad, si el puntaje te había alcanzado para ingresar.
El horario del parcial era de 12.30 a 14.30. Me fui a darlo sin nada encima, solo el DNI en el bolsillo del jean, una birome, y algo de plata. Terminé de darlo (me saqué, después vería en la lista, un 70), me fui a encontrar con el N., y juntos, fuimos a la Marcha de la CGT. Nos corrió la cana y corrimos mucho, agarrados fuertes de la mano. Volvimos a intentar acercarnos a la Plaza, nos volvieron a correr. Vimos gente golpeada y lastimada. Corrimos un rato más, como miles de otros y otras ratones en la ratonera que había armado la cana, hasta que, creo recordar, nos tomamos un colectivo y nos fuimos para la zona norte de la ciudad, donde parecía no pasar nada. Es un hermoso recuerdo, de esos que me hacen sentir que estaba donde había que estar. Eso no pasa siempre, claro. Pero ese 30 de marzo de 1982, sí.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Sobre lo que le gusta a Mauricio


A Mauricio le gusta: pasear; mirarte y sonreír pícaro y cerrar los ojitos cuando va a hacer lo que no se debe (preferentemente, tirar algo al piso...), y vos le decís "Te estoy viendooooooo...!" con tono seudo enojado; chusmear; mirar fijamente a personas que no conoce, sobre todo si comen o hablan fuerte; tirarte la manito y decir "uhhh", para que lo ayudes a caminar; comer banana con dulce de leche, yogur, pollito, queso, puré de batata; tomar agua fría; bañarse con agua tibia y duchador; jugar con el baldecito de encastre, las torres y el banco también de encastre; dibujar con crayones y comérselos; abrazarte fuerte y tocarte el pelo hasta dormirse.

Y te mira así, y te sonríe de ese modo, y el mundo es simplemente mejor.

domingo, 20 de noviembre de 2011

FERRO, SILVIO, CUBA...

Amo a Silvio desde 1979/80, cuando lo escuché por primera vez en un casette clandestino.
Acompañó cada uno de mis amores: al empezar, al promediar, y al terminar, en el festejo y el disfrute, y en la soledad y la angustia.
Acompañó mis luchas, mis emociones y mis combates.
Fue música de los juegos con Cecilia y con Ernesto.
Canté como himnos sus canciones, sola y con todos y con todas.
Me lo cantaron, lo canté.
Busqué el significado de sus canciones, compré libros que me explicaron por fin, a quién estába dedicado Ojalá.
Me supe mariposa, y mujer con sombrero.
Lloré con angeles finales, sobre mojado.
En momentos dolorosos, supe cuál era mi deber, y canté.
En Nicaragua, en Uruguay, en Barcelona, en Chile, en Panamá, en Cuba, por donde anduve, anduvo su música.
Y de sus canciones, una de las que me más me conmueve y emociona, es ésta, que (me) cantó el viernes 18 de noviembre, en Ferro, mientras yo pensaba que, además de todo eso que dije más arriba, ahora, de algún modo, Silvio y yo estamos unidos en Mauricio!!!

http://www.youtube.com/watch?v=S3qZkKEj1H8


jueves, 10 de noviembre de 2011

EL PC Y UN TERMOTANQUE

A veces, en tono de chiste cariñoso, o con sarcasmo, y hasta con desprecio, se cuestiona la militancia en el Partido Comunista o en la Fede, y en particular, a quienes pasamos años de nuestra vida allí. Yo repito que no me arrepiendo de esa militancia, todo lo contrario. Algunas de las cosas, las personas, los lugares, las lecturas, las decisiones más importantes de mi vida, se gestaron a partir de mi militancia en la Fede. Desde la Fede llegué a la Brigada del Café, a la Liga, al Qué Pasa. Participé en un movimiento solidario internacional, trabajé por la libertad de los presos políticos, aprendí a escribir una crónica. Recorrí villas, vendí revistas y periódicos, afilié amigos/as, junté plata para las Campañas Financieras. Discutí, no entendí, me indiscipliné. Hice "la escuelita de 4to", el más alto nivel al que llegué, porque rechacé un viaje de seis meses a la URSS. Escribí documentos, hice volantes, organicé Marchas de Antorchas. Me enamoré de camaradas, y de compañeros. Tuve un hijo y tengo un nieto. Hice pintadas con aerosol y con brocha gorda. Tuve miedo, mientras repartía periódicos en la Dictadura, y mientras volaban balas cercanas y contras en Nicaragua. Leí textos dogmáticos, aprendí a amar a autores casi siempre rebeldes y "ex". Canté "Evita Guevara la patria liberada". Me fui de la Plaza de las Felices Pascuas. Busqué desaparecidos con los Familiares. Canté y me cantaron Silvio. Amé a Cuba y a Nicaragua, y a cada lugar del mundo donde avanzaban mareas rojas. Forjé mis amistades más entrañables y profundas. Y además de todo eso, siempre sentí que lo mejor que me había dado el PC fue un modo de conocimiento que no surge de ninguna academia, sino que solo lo da la militancia. Militando entendés que Peugeot no es, o no es solamente, una marca de autos, sino una "Gran Empresa de Concentración", donde trabajan miles de obreros, donde tenés que ir una noche a dejar volantes, pese al pánico, para que los vean cuando vayan a tomar el colectivo. Rigolleau no es la marca de platos y vasos de nuestra infancia, sino otra GEC, donde "vale doble" repartir un periódico, o afiliar a un obrero. Y Saiar no es solamente la marca del termotanque eléctrico que me instalaron hoy, consecuencia de la falta de gas, sino la empresa que nombrábamos una y otra vez durante la dictadura, y donde íbamos a volantear, porque allí laburaba Héctor Pérez, uno de los compañeros desaparecidos de Quilmes:

http://cambio21.com.ar/quilmes/506-quilmes-homenaje-a-hector-alberto-perez-militante-desaparecido-y-asesinado-por-la-dictadura.html

Aprender eso, ver esa relación, se lo debo a la Fede y al Partido, pese a todos sus errores, equivocaciones y cegueras. Y por eso, aunque alguna vez me haya ido, son parte de mi mejor historia.


domingo, 6 de noviembre de 2011

CUENTA REGRESIVA II


A comienzos de este año conté los días para volver desde pty a buenos aires. Ahora, cuento los días (treinta exactos) para conocerte, hijo de mi hijo!

sábado, 5 de noviembre de 2011

INSEGURIDAD EN PRIMERA PERSONA

El jueves 3 de noviembre fui en auto al Barrio El Tala, en Solano, a dar una charla a un grupo de vecinos/jóvenes/militantes de la CTA. Atravesé parte de la CABA, Avellaneda, Gerli, Quilmes Oeste, la rotonda de Pasco, Solano, Bernal Oeste, Bernal Centro, y a la vuelta, la subida de la Autopista en Bernal, a la que llegué circulando por una avenida solitaria y oscura. Anduve por avenidas llenas de baches-cráteres, pasé por villas, barrios de casas bajas, calles de tierra que no llevan nombres sino números: la 815, la 894... Me perdí por lugares por los que no ando desde hace unos veinticinco años, más o menos. Pregunté a un señor que lavaba el auto, a un muchacho que escuchaba música en la puerta de su casa, a una señora que caminaba por una avenida, a otro pibe que circulaba por la calle de un barrio, a un vendedor que estaba lo más pancho en la puerta de su negocio humilde, al solcito. El señor, el muchacho, la señora, el pibe y el vendedor me respondieron solícitos, se levantaron de donde estaban, se acercaron, me indicaron con una sonrisa y con amabilidad por dónde ir. Di vueltas en U, incorrectamente, me metí a la rotonda de Pasco, sin recordar con certeza quién tiene la prioridad: el que entra, el que sale o el que circula. Anduve cerca de camiones, de autos desvencijados, de colectivos de tres cifras. Mi auto se paró una o dos veces: baliza, y a seguir.
Finalmente, llegué a dónde tenía que ir. Había algunas personas de clase media (los y las militantes), y algunos y algunas más del barrio: señoras con niñitos, luchadoras de toda la vida, ex presos, pibes de gorrita. Hablé, hablaron, conversamos, me dieron mate dulce que acepté sin quejas, surgieron ideas y propuestas, nos despedimos, un muchacho en bicicleta me agradeció haber ido. Después, me fui con B. a cenar a Bernal, a un restorán que queda donde antes estaba la Biblioteca José Manuel Estrada, donde yo iba y sacaba libros directamente de los estantes. Allí, creo (o invento), saqué por primera vez un libro de Cortázar, a los 13 años. También, "La cruz invertida", escrito por Aguinis cuando todavía no era este triste despojo de sí mismo que circula por los programas de Grondona y de TN, y escribe en las páginas de La Nación.
Llegamos allí atravesando la villa de Lamadrid, y la de Eucalipto. Circulamos en paralelo al "paredón de los curas", bajamos en su casa para hacer pis, volvimos a subir al auto, llegamos al restorán, comimos, la dejé de nuevo en su casa, me volví.

Antes de ir para Solano, una amiga me preguntó si no tenía miedo de andar por aquellos lugares. No, le dije. La verdad es que no.

Un día después, el viernes 4, fui a una actividad convocada por organizaciones de derechos de infancia. La cita era en la calle Presidente Quintana al 100, en la Fundación Navarro Viola. Me encontré con mi amiga R., nos fuimos a tomar un café a un bar de la esquina, Quintana al 200. Los baños estaban escaleras abajo, y para entrar al "M" de mujeres, había que sortear el obstáculo de un mueble, que dejaba libres unos 30 centímetros. Yo entré -apenas-, de canto. Una mujer embarazada, no pasaba, una un poco (más) gordita, tampoco.

Salimos del bar. Pensábamos ir caminando hasta el estacionamiento de la Facultad de Derecho, donde R. tenía el auto, pero llovía demasiado, así que nos detuvimos en la entrada de un edificio, metros antes de llegar a Callao, mano izquierda yendo por Presidente Manuel Quintana. Mientras pensábamos cómo llegar al auto sin empaparnos, llegó un tipo con un perro. Primero, nos tiró el perro encima, mientras nos miraba mal. Luego, nos preguntó si vivíamos allí, le dijimos que no, y nos echó a los gritos. Nos dijo que nos fuéramos, que no podíamos estar allí, que ese edificio era suyo, que cualquiera no podía pararse ni allí, ni en la vereda "que también la pagamos nosotros". En principio, nos anonadamos. Luego, le respondimos intentando ser coherentes: "nos estamos reparando de la lluvia", "podemos pararnos aquí". El tipo seguía: "voy a llamar a la policía" "miren que aquí hay cámaras". "Llamela, que venga", "nos quedamos aquí", "no nos vamos a mover hasta que cambie el semáforo y podamos cruzar". El tipo, que mientras nos echaba a nosotras atravesó sobre la vereda una moto que estaba estacionada paralela al cordón (no entendimos nunca por qué), se nos paraba a menos de 10 centímetros de nuestra cara. En el barrio, eso es para meterle una piña. Finalmente, cambió el semáforo, cruzamos, nos tomamos el 67, llegamos al auto.
Me sentí violentada y enojada durante un buen rato. Pensé, dijimos, qué bueno sería ir otro día, a las 7 de la tarde más o menos, con algunos morochos, y pararnos allí, en ese edificio donde ese facho hijo de puta nos agredió gratuitamente.
R. es castaña clara, yo peino canas. Somos minas de clase media, portamos carteras y mochilas de marca, y, ella, un maletín de una organización internacional. Somos blancas. Primero pensamos qué hubiera pasado si eran dos jóvenes de los que se había hablado toda la tarde, los que se hubieran parado allí. Quizá sí venía la policía, quizá sí los demoraban, quizá sí se ligaban unas patadas como las que me habían relatado los pibes del Barrio El Tala un día antes, que les aplicaba la Federal cada vez que osaban cruzar el Riachuelo y venirse para la Capital.
Después, pensé que, más allá de que las consecuencias hubieran sido otras, en realidad hay un tipo de facho al que le da igual que seas joven o vieja, pobre o clasemediero. Lo que le importa es que no vivís en su edificio (su barrio, su ciudad, su cantri), y por lo tanto, no tenés derecho a guarecerte de la lluvia allí.

Pocas veces en mi vida, viví tan claramente el contraste entre la generosidad de un tipo de gente, con la miseria de otro tipo de gente. Pocas veces me sentí más insegura y violentada como frente a ese infeliz de la calle Quintana.

No quiero ser demagógica (igual, no me leen muchos, así que sería una demagogia de corto alcance!), pero, una vez más, elijo Solano (aunque circunstancialmente viva en Almagro, que es un poco y un poco...)


domingo, 23 de octubre de 2011

23 de octubre de 2010

Paseando por el Montjuic, otoño en BCN.
R. y G., en las escaleras del Montjuic
Modernisme catalá.
Quesitos ricos en el Mercat.

Un año atrás, estaba recién llegada a Barcelona. Iba a pasar una semana con G. y R. antes de viajar a Ginebra para "sumergirme" en la APT. Tenía el pasaje BCN-Ginebra para el 2 de noviembre. El fin de semana nos íbamos a ir a hacer un paseíto a Francia, a los Pirineos.
Paseaba por Barcelona con mis amigos, recorría los lugares de siempre, compraba quesitos ricos en un mercado, fotografiaba bancos cómodos y lindos como los que pretendía para Buenos Aires, visitaba exposiciones sobre la Guerra Civil Española.



Añadir imagen
Añadir imagen


En la Argentina, mientras tanto, se discutía sobre el Censo, que se haría el miércoles 27, se hacían campañas para contrarrestar el miedo a los censistas, en facebook se abría una página "yo me saco una foto con mi censista".

El miércoles 27, día del Censo, yo lamentaba no estar aquí, para abrirle la puerta al censista. Mi hijo contestaría que vivía solo, y que él era el jefe de hogar!

En Barcelona, paseaba y compraba chucherías baratas. Eran las 3 de la tarde, más o menos, 10 de la mañana aquí, en el sur. Me llegó un mensajito de C. : "Murió Kircdhner!" El apuro, el anonadamiento, caminar sola por Barcelona llorando. Después hubo más mensajes, llamados, la angustia de mi madre, los interrogantes de mi hijo, mi deseo y mi voluntad de volver. Ya no Barcelona, ni Pirineos, ni mucho menos Ginebra. Buenos Aires, con la gente en la Plaza, con los míos, con los otros, los llorosos y conmovidos.



Pedí permiso para volver, gracias a V. conseguí pasaje en Aerolíneas, armé valijas urgentes, dejé notas, llamé por teléfono, me tomé un avión el jueves 28 y estuve en Ezeiza el viernes a las 5 de la mañana. A las 7.30, llegué a la Plaza de Mayo y supe, sin ninguna duda, que mi lugar estaba aquí, y que a partir de ese día tenía que empezar a construir mi vuelta definitiva, a mi plaza, a mi casa, a mi patio, a mis amores y mis cosas.









lunes, 17 de octubre de 2011

LA GENEROSIDAD DE ANA Y CARLITOS...




... se brinda de muchas, pero muchas maneras. Hay abrazos, hay llamados, hay frases cariñosas. Y hay obras, regalos de amor.

Aquí, solo dos ejemplos.

viernes, 14 de octubre de 2011

POLÍTICAS DE SEGURIDAD. UNA EXPERIENCIA PERSONAL II

Me gustaría sugerirle a los/as funcionarios/as del Ministerio de Seguridad de la Nación que se tomen un micro desde Neuquén hasta San Martín de los Andes, un día cualquiera, y de incógnito. Quizá puedan presenciar, como yo ayer (jueves 13 de octubre), dos procedimientos de dos fuerzas bajo sus órdenes. El primero, y más impresionante, de la Gendarmería. Ruta 22, un rato antes de llegar a Plaza Huincul, el micro para, suben unos uniformados sin identificación, y uno de ellos avisa: "Buenas tardes, señores, control de Gendarmería". Va hasta el fondo del micro, mira, y unos segundos después, sube otro uniformado, esta vez con un perro que huele buscando ya sabemos qué. Apenas empieza a andar por el pasillo se le abalanza a un muchacho de unos 20 años, con arito y una remera de Las Viejas Locas, sentado junto con su padre en el primer asiento después de la escalera. El perro era lombrosiano, o el pibe se había fumado un porro antes de subir al micro, o tenía olor a adolescente, no sé, pero el perro le saltó literalmente sobre el cuerpo, oliendo cara, cuerpo y bolas. Si yo hubiera tenido una brizna de porro o cualquier otra cosa apetecible para el mastín, y se me tiraba así, moría de un síncope del cagazo, o me pillaba encima. El perro olfateaba especialmente un porta-anteojos que tenía el pibe, que lo miraba sin decir ni mú. El padre agarró el porta-anteojos, le dijo algo al gendarme, y entonces los bajaron a los dos. Al ratito, subieron. El padre contó que le habían abierto el portaanteojos, donde tenía uno de esos recipientes donde se ponen los remedios, que tienen siete compartimientos con cada día de la semana, como los que usa mi vieja para no confundirse lo que tiene que tomar cada día. Le preguntaron si los remedios eran "legales". Lo requisaron atrás del micro, sin testigos. Le vaciaron la mochila. Le pidieron plata: "Te estoy haciendo un favor, no tenés algo para dejarme?". No les dio nada, y finalmente, lo (y nos) dejaron ir.

Al rato, cerca de Junín de los Andes, otro control, esta vez de la Policía Federal. Subió un uniformado, también sin identificación, con una especie de lista. No sé si era la que llevan los del micro con los nombres de los viajeros. El tipo se fue para el fondo y le pidió documentos a dos pasajeros. Se lo dieron, y se fue.

Sobre qué base, con qué derecho, a santo de qué mierda, un perro te salta sobre el cuerpo porque tenés olor a algo o porque llevás medicamentos?

Ídem me pregunto: por qué la policía pide documentos al voleo, por la cara, por el nombre, por la edad?

En serio, funcionarios/as: bajen de los autos oficiales, súbanse a los micros que toma la gente común y corriente, viajen en los trenes, anden por los barrios de todos los sures, y después, por favor, respondan sincera y seriamente a una sola pregunta: ¿ese control selectivo, ese hostigamiento, esa corruptela miserable es lo que llaman "seguridad ciudadana"?

San Martín de los Andes, 14 de octubre de 2011.

La foto es de Chos Malal, pero ya que hablamos de la Gendarmería, podrían terminar con esta bestialidad, no?

martes, 11 de octubre de 2011

CINTURÓN SUR


Ayer, lunes de feriado, salimos a pasear. Una señora (yo) al volante, con una amiga, su hija, y la amiga de su hija, ambas niñitas, onceañeras.
Primero fuímos a Barracas, a recorrer la calle Lanín, con sus casas pintadas de todos colores, con pintura y con venecitas y pedacitos de mosaicos.


No había nadie, solo algunos chicos jugando al fulbito, y nosotras.



Después intentamos llegar a Caminito. Fuímos por la Avenida Regimiento de Patricios, doblé por California, después tomé Irala, y me equivoqué: en lugar de doblar a la izquierda, doblé a la derecha, así que llegamos a un lugar donde nunca estuve: era por Barracas, había terminales de colectivos, una extraña escultura en un taller, poca gente. Fuimos de nuevo para Patricios, y al 1500 más o menos, encontramos dos prefectos. Paré, les pregunté cómo llegar a Caminito. Yo creo que a los prefectos no les gusta cumplir la tarea que les han asignado, de actuar como si fueran policías en barrios. No en Puerto Madero, que se nota que les encanta, sino en La Boca, Barracas, y otros barrios del Sur. Se les nota en la cara: no están a gusto. Me indicaron que retomara Patricios, dando una larga vuelta manzana, y que entrara por California. No tenía mucho sentido, podía ingresar directamente por la calle donde estaba parada. Entonces, uno de los dos, me dice: "También puede ir por aquí, pero va a tener que cruzar la villa" "¿Qué villa?", pregunté yo. "El Barrio Chino, y es peligroso.", me dice el otro. Entonces, me di cuenta que se referían al barrio que yo acababa de atravesar, cuando había ido por Irala: conventillos, casas humildes, chicos jugando en la calle.
Por supuesto, fui por ahí, llegamos a Caminito, no nos pasó nada.
Les aviso, a los responsables de los operativos de "seguridad ciudadana", que lo que hacen, con esa clase de personal y con esas fuerzas militarizadas e incómodas en un rol que no les gusta y para el que no los prepararon, solo sirve para estigmatizar a determinados barrios y a la gente que vive allí.

domingo, 9 de octubre de 2011

TAREAS DE ABUELA

En estos días, me ocupo del hijo enyesado, y de preparar algunas cositas para el nieto.
Volví a tejer, no sé si saldrá igual que el de la foto, pero le vamos a poner pilas.
Futura biblioteca de Mauricio. Salvo Anita, el resto son nuevos.
Le lavamos la ropa y vestimos a Matías, el primer hijo que tuvo Ernesto.
Juguetes lavaditos y preparados para su nuevo dueño: el sonajero que fascinaba a Ernesto bebé (tiene agua y burbujitas); el Mono hecho y regalado por la abuela Gladys; el perrito colgante; Simba y Nala a los besos; una pelotita de rugby (a tono con el fervor por Los Pumas)

domingo, 18 de septiembre de 2011

Papá y bisnonno.

Hace 92 años, en Roma, nacía mi viejo. Un hombre bueno. Me sacó decenas de fotos; me llevó a la cancha a ver a Ríver aunque él era de Racing; me enseñó a escuchar música clásica y a la Negra (lo que me parecía aburrídisimo a mis 10 años); lo acompañé mientras pintaba nuestra casa, y marcaba el límite entre la pintura de las paredes y la del techo con un hilo tirante pintado con tiza; me llevó alguna vez al cine y alguna otra vez al teatro, y muchas más, miramos juntos Sábados de Súper Acción; paseamos de la mano y en bici en días luminosos como el de hoy; nos despertó cientos de domingos con el olor maravilloso de sus tucos; cocinó frappes deliciosos, como jamás volví a probar; hizo toda la comida para mi cumple de 15, que festejé en mi casa, y se quedó conversando conmigo y mis amigos/as hasta la madrugada; me escribió cartas amorosas cuando me fui a Nicaragua... Y cada vez que siento que lo necesito, aquí está. Así que, feliz cumple, viejo! :)
Esto publiqué hoy en el facebook.
Después, se agregaron recuerdos de mi prima Adriana, Marquitos, hijo de mi primo Sergio, Ana, su primera nuera, la mamá de Ceci, que jugaba con la perrita Dindy cuando mi papá vivía en la casa que había sido de la nonna.
Ellos/as agregaron cariño, imágenes. Ana, lo recordó diciendo que era "Romano di Roma", y haciendo su torta de bodas (de eso, la verdad, yo no me acordaba...) Marquitos recordó sus viejos auriculares blancos, que yo conservo. Con Adriana compartimos la añoranza por sus frape incomparables...
Me gustó traer a mi papá, festejarle su cumple con otra gente que lo quiso.
Y, claro, como la vida va y viene, ahí está el chanchito, que, él también, lleva la sangre de mi viejo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Setiembre





Desde que se va el otoño, y hasta que llega la primavera, solo quisiera hibernar. Durante mi embarazo tuve que hacer reposo absoluto desde el 17 de junio hasta el 21 de setiembre, porque tenía placenta previa. "Reposo absoluto" implicaba que solo podía levantarme día para bañarme, hacer pis, hacer caca y buscar la comida, si no había nadie para alcanzármela. Y nada más. No había ni celular, ni teléfono fijo, ni control remoto, así que la tele quedaba prendida en un canal, y así me acompañaron Fax, y una de las decenas de telenovelas de Andrea del Boca, durante los tres meses de invierno en los que, como osa friolenta, hiberné cuidando mi panza y mi bebé.



Desde mayo o junio, espero que vuelva el sol y el calorcito. Y en setiembre el sol vuelve a mi patio, tímidamente. No tiene una buena orientación este departamento, da al sur (bueno, también podríamos decir: mira a Quilmes! ;)



Pero no importa, cuando aparece el sol, es bienvenido. Y mi linda azalea lo olfatea y lo disfruta.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Para eso...


"Hoy le parece que todo lo que les pasa a nuestros cinco hijos es un desastre. Le digo que parece un desastre pero que en realidad están bien, que son cinco neuróticos en actividad, que ninguno niega ni disimula su angustia ni su desconcierto, que todos hablan de todo lo que les pasa sin pudor, que todos saben que pueden recurrir a nosotros en cualquier momento y por cualquier causa, que acá siempre hay comida rica, protección incondicional, remedios, orejas para escucharlos y brazos para abrazarlos. Para qué otra cosa sirven los padres?"



http://viejossonlostrapos.blogspot.com/2007/02/sbado.html